lunes, 1 de noviembre de 2010

MI PRIMERA EXPERIENCIA LABORAL: LOS MODULARES

Por: Angélica María Morales Nieto[1]
Todos los trabajos modulares, desde el performance, han tenido una característica en común, que todos conocemos, pero que pocos tenemos en cuenta: Elegir un buen grupo modular. Tener los compañeros y los colegas correctos ahorra mucho tiempo, esfuerzo y asegura además un buen trabajo y una buena calificación.
Cuando comencé mi tercer semestre de pregrado me imaginaba el trabajo modular que me esperaba. El segundo semestre había sido algo traumático, Eliana Herrera Huérfano nos había puesto a leer como nunca y cada vez más experimentábamos lo que en realidad era un trabajo modular y un estudiante de universidad.
Mis compañeros avanzados me adelantaban un poco de lo que me esperaba. Hablaban de un sonoviso, de un video y de una historia. Intentaba explicarme qué era un movimiento social, pero a decir verdad eran pocos los conocimientos e ideas que tenía de lo que iba a ser el modular de tercer semestre.
Si segundo semestre había sido pesado, el tercer semestre fue el apocalipsis. Nunca imaginé que tendría que vivir tantas experiencias. Lo primero que hice fue conseguir un buen grupo modular; a decir verdad no conocía mucho de mis compañeros, había cambiado de grupo en mi horario y nuevas personas me esperaban, lo que sí tenía claro era con quién NO debía hacerme. Después de crear un buen grupo, lleno de niñas pilas y buenas notas empezamos a trabajar en la investigación.
Posteriormente de tener un buen grupo modular, lo más importante que siguió fue conseguir un movimiento social apropiado. La verdad fue que tuve suerte en este aspecto. Teníamos una amiga en la facultad de sociología de la universidad que pertenecía a la Red Juvenil e Infantil de Promotores de Derechos Humanos de Ciudad Bolívar, un grupo de jóvenes y niños organizados que se consideraban un movimiento social, los cuales luchan en contra de la estigmatización social en la localidad 19 de Bogotá por parte de los medios de comunicación y de la sociedad. Y denuncian las continuas violaciones y vulneraciones de sus Derechos Humanos por parte del gobierno y de la sociedad en general como la libre expresión, la educación, una vivienda digna, entre otros.
Después de tener una idea del movimiento, qué íbamos a elegir y qué queríamos investigar. Lo que siguió fue establecer contacto con ellos; así que averiguamos cuándo ser reunía para hablar de su trabajo, objetivos y propósitos y dónde lo hacía. Supimos había una reunión los días sábados en la mañana, así que decidimos organizarnos para ir.
Siendo unas de las “víctimas” y personas que creían lo que nos decían los medios de comunicación y la sociedad acerca de la localidad de Ciudad Bolívar, íbamos súper prevenidas de cómo sería la experiencia. Teníamos que llevar cámaras para fotografiar lo necesario y para tener un registro, pero al mismo tiempo, también sentíamos miedo de lo que pudiera pasar. Fuimos con los familiares y amigos hombres que pudieron y ellos nos cuidaban como si fuéramos al peor lugar del mundo.
Cuando entramos en el recinto donde se reúnen y empezamos a oír la mentalidad de aquellos jóvenes de nuestra edades y otros mucho menores que nosotras, quedamos boquiabiertas. La verdad era que no esperábamos encontrarnos con eso. Quizás pensábamos en que veríamos a un grupo de muchachos rebeldes pataleando sin fundamento y que íbamos a ser superiores que ellos. Lo que no nos esperábamos era que fueran ellos quienes cambiaran nuestra mentalidad y nos enseñaran muchos aspectos de su historia, de su vida y de su lucha.
Poco a poco, aquellos jóvenes y su líder fueron abriendo su confianza para contarnos sus experiencias y objetivos, sus fotografías eran conmovedoras, sus eventos simbólicos eran aún mejores. El uso de los colores y las imágenes como elementos comunicativos eran geniales. Los logros que obtenían con cada evento que realizaban eran de admirar y la pasión con la que actuaban era envidiable.
En conclusión, quedamos enamoradas del movimiento, salimos de ese lugar dispuestas a luchar por nuestro derechos y sabiendo que teníamos un gran responsabilidad como jóvenes, ciudadanos, colombianos y comunicadoras sociales para la paz.
Después de ese primer encuentro, empezamos con el trabajo investigativo con cada uno de nuestros profesores y conocimos el reconocido análisis del discurso y los RAI (Resúmenes Analíticos de Investigación)… Se escuchaba bien, pero hacerlo era cosa seria. A mí personalmente me tocó hacer el resumen de Van Dijk, un autor muy pilo, pero muy cansón. Y el análisis, era importante y hasta interesante, pero teníamos trabajo hasta el cuello, cada profesor pensaba en su asignatura y no les interesaba lo que teníamos de las demás; por lo que no pudimos disfrutar el análisis como debía ser.
La nota fue lo de menos, nos fue bien, y nos lo merecíamos habíamos trasnochado mucho, y qué decir de cuando se borraba el trabajo y fijo era lo último que se estaba haciendo. Los computadores portátiles fueron un mal necesario y mi mamá trasnochó con nosotras dándonos comida y tinto cada hora para que no nos durmiéramos.
No faltaba la que no trabajaba al ritmo de las demás y quizás era tan despistada que hacía las cosas al revés o no entendía las indicaciones de los profesores y por ella nos tocaba hacer doble trabajo. Experiencias por contar, muchas: peleas, gritos, alegrías y muchas sensaciones a la vez.
Cuando creíamos que ya habíamos terminado lo peor, nos esperaba el story board y el sonoviso. La verdad, yo pensé que era fácil. Movie Maker era un programa fácil de manejar y fotografías con sonido no era nada complicado. Pero cuando empezamos a ver las exigencias de Mónica y de la asignatura de comunicación visual, nuevamente el estrés se apoderó de nosotras. Antes de la entrega del story, nos dieron las 10 de la noche en la universidad cuadrando los tiempos de imagen por imagen. Y cuando nos acordábamos que debíamos meter una de más, todo se descuadraba y nos tocaba volver a comenzar.
Finalmente, todo salió como esperábamos. Bueno, en la entrega del sonoviso llegamos tarde y nos tocó caminar con tacones un poco de tiempo; pero al final, misión cumplida, calificación espectacular y producto comunicativo listo. La experiencia profesional fue muy buena, el trabajo en equipo, el trabajo contra el tiempo y las exigencias de un “jefe”, son cosas que sólo se aprenden en el trabajo, y nosotros tenemos la oportunidad de aprenderlos con el bendito modular.
La red quedó contenta con nuestro trabajo, y nosotras quedamos contentas con ellos. Fue de esta manera, que en cuarto semestre seguimos con la temática. Tuvimos menos contacto con ellos, pero seguimos guardando fidelidad con sus actores, a la hora de elegir los personajes e historias.
Los buenos resultados de este semestre, nos motivaron a seguir con el grupo modular a pesar de los conflictos. Siempre fuimos un excelente equipo que nos complementábamos entre nosotras y que nunca nos faltamos al respeto. Tarde o temprano cumplíamos con nuestras responsabilidades y las cosas salían como siempre queríamos.
Si el sonoviso fue difícil de entender, no hay que decir del hipertexto de cuarto semestre. Nunca habíamos manejado tan bien power point. Las presentaciones para las exposiciones no eran nada y entender los conceptos de hipervínculos no era tan fácil. Cacharreamos todas las funciones de este “sencillo” programa y descubrimos cosas súper buenas como los efectos entre diapositivas. Éramos muy buenas en edición digital, así que nuestro producto quedó bellísimo.
Si las trasnochadas del tercer semestre fueron feas, las de cuarto fueron peores. Antes de presentar el hipertexto trasnochamos como tres día seguidos. Dormíamos por turnos y nuestros ojos estaban cuadrados de la pantalla del computador. La verdad era que nos habíamos confiado y pensamos que iba a ser mucho más fácil. Habíamos seguido al pie de la letra las instrucciones de la profesora de multimedia y pensábamos eso nos aseguraba un buen producto con poco esfuerzo.
Lo peor fue cuando nos sentamos a hacer pantallazo por pantallazo con sonido, imagen e hipervínculo y nos dimos cuenta que estábamos más crudas que cualquiera. Era difícil dividirnos el trabajo y teníamos la filosofía que si una trasnochaba, todas lo hacíamos. Así  que las noches y los sueños no fueron los más agradables.
La noche anterior a la feria de los hipertexto, en la cual pensábamos que íbamos a dormir porque casi todo estaba listo, se pasó volando, cada vez que mirábamos la hora, pasaba volando el tiempo y no terminábamos. Empezamos a quemar los CD a las 4 de la mañana, afortunadamente habíamos impreso carátulas y labels el día anterior y no nos tocó estresarnos por eso. Tuvimos que estar a las 6 de la mañana en la universidad, por lo que sólo nos quedó tiempo de bañarnos, cambiarnos y salir.
Tanto esfuerzo valió la pena. Un hermoso 5.0 apareció en nuestro SAC en todas las materias y nuestro promedio subió bastante. Al otro día pudimos dormir todo lo que quisimos, creo que dormí más de doce horas y no me quería levantar.
Cuando somos diligentes y hacemos lo que nos corresponde  en  nuestro trabajo, los resultados son buenos, los que esperamos y los que soñamos. Hay tres cosas por tener en cuenta con los modulares y en donde no se puede cometer error:
1. Elegir un buen grupo modular.
2. Elegir la temática precisa.
3. No confiarse.
Sé que les va a ir bien. Cuando se termina el estrés de la investigación y del producto comunicativo, quedan las experiencias y los conocimientos. No me arrepiento de nada, ni de las trasnochadas, ni de los descuidos, ni de las peleas. Los modulares son jartos, pero son una de las  mejores experiencias de nuestras vidas en relaciones y profesionalmente. Simplemente toca disfrutar y mirar el lado bueno del modular.


[1] Estudiante de V Semestre de Comunicación Social para la Paz, Universidad Santo Tomás. Colombiana de Nacimiento. Ha trabajado como monitora en asignaturas como Taller de Lengua II y Comunicación Multimedia. Además de lo anterior, ha sido parte del equipo de Periódico Escenario (Publicación Universitaria de la facultad)

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